Y así comenzó todo de nuevo. Pero en esta ocasión fue un comienzo más sabio. Aprendiendo de los antiguos errores. Dejando el espacio y el tiempo necesario para la individualidad y disfrutando con mayor intensidad el tiempo compartido. Sin barreras. Amando a corazón abierto.
Y parecía que no tendría fin. Pero no fue así.
No empezábamos de cero. Las mochilas seguían cargadas de recuerdos.
Reconozco que no supe olvidar. Que no acepté del todo las explicaciones. Que la duda seguía ahí. Que nadie cambia de un día para otro. Que simplemente maquillamos nuestra apariencia para no parecer leones cubiertos con la piel de cordero. Que no creí que su amor fuera sincero sino egoísta. Que me quería a mi de una forma que no podía ser, porque pretendía anular mis circunstancias. Circunstancias, por otro lado, que siempre habían estado allí. Que no me amaba a mi sino a lo que ella creía que yo podría ser, no a lo que era, ni siquiera a lo que yo podría querer ser.
Me cansé de ir siempre con una maleta encima, sintiéndome en un viaje intermitente a ninguna parte.
Y no pudo ser.
No empezábamos de cero. Las mochilas seguían cargadas de recuerdos.
Reconozco que no supe olvidar. Que no acepté del todo las explicaciones. Que la duda seguía ahí. Que nadie cambia de un día para otro. Que simplemente maquillamos nuestra apariencia para no parecer leones cubiertos con la piel de cordero. Que no creí que su amor fuera sincero sino egoísta. Que me quería a mi de una forma que no podía ser, porque pretendía anular mis circunstancias. Circunstancias, por otro lado, que siempre habían estado allí. Que no me amaba a mi sino a lo que ella creía que yo podría ser, no a lo que era, ni siquiera a lo que yo podría querer ser.
Me cansé de ir siempre con una maleta encima, sintiéndome en un viaje intermitente a ninguna parte.
Y no pudo ser.
