viernes, 30 de octubre de 2015

Mi yo sin ti

No quiero perturbar tu silencio pero no puedo conciliar el sueño, así que no tengo otra opción que descargar parte de esa emoción que me embarga sobre este lienzo en blanco. Estas tan presente en mi que casi te siento rebosando por cada poro de mi piel, al tiempo que el eco de tu voz sigue resonando dulcemente en mis oídos. No es licencia poética sino un hecho irrefutable que el sonido de tu voz, y tu dulce y musical risa, se repiten en mi mente como una adorable melodía. 

Es maravilloso asistir en primera persona, como quien recibe un afamado premio, a ese espectáculo de fuegos de artificio que restallan en todo mi interior y me hacen sentir vivo, sentir pleno.

No hay palabras que puedan narrar este preciso y precioso momento. Me afano en conducirlo hasta mi pluma, pero es inútil poder captar su sutileza. Como un paño de la mas delicada seda acariciandote por dentro. Como la brisa de olor puro y fresco que colma tus pulmones en una inspiración que quieres que no tenga fin. Como la templanza y la magia que transmite la calidez de la chimenea en una fría noche de invierno, mientras te hipnotiza la irregular y brillante danza de las llamas. Como un ying que acaba de encontrar su yang. Como amor y odio reconciliados. Así me colmo yo de ti. 

En ese preciso instante alcanzo a comprender, y sin ningún tipo de duda, que cada minuto vivido, cada lagrima derramada, cada temor temblado, cada grito ahogado, cada cicatriz cerrada o herida abierta... ha valido la pena solo por el hecho de haberme traído aquí. Ha merecido la pena por haberte traído a mi. 

Lentamente pero inexorablemente! va cobrando fuerza la llamada de Morfeo, mientras tu abandonas mi consciente para acomodarte en el acogedor refugio que cariñosamente te he improvisado en mi inconsciente. Y es que si de algo estoy seguro es de que bajo ningún concepto, y en eso soy inamovible, acepto ni siquiera la idea  de dejarte ir de mi lado, porque aunque apareciste súbitamente cuando ni siquiera te esperaba, ya no puedo entender mi yo sin ti. 


viernes, 10 de julio de 2015

Llorar de amor

La esperanza, el amor. Esos dos grandes motores que mueven el mundo. Llorar de emoción, de esperanza. Llorar pleno de amor sintiéndote vivo, mas vivo que nunca. Siendo al mismo plenamente consciente de tu insignificancia, pero sin que eso te importe. Llenos tus ojos de lágrimas de una emoción intensa, la que te produce pensar en lo que es parte de ti. Los contenedores de una parte de tu genética que confías en que perdure algo más en el tiempo, aun sin saber con qué propósito, pero que sin embargo ese propósito resulta irrelevante. Lo que realmente es significativo es la emoción. La esencia de esa emoción que es tremendamente intensa pero también efímera y escurridiza. Esa emoción que te embarga plenamente pero que no puedes retener, que se escapa sin que puedas atraparla. Sentir que el pecho te estalla. Que deseas profundamente que todos tus seres queridos sean felices y te sientan, como tu los sientes a ellos.

No hay nada tan grato y tan hermoso como llorar de amor. Llorar a lagrima viva por sentir profundamente a quién quieres. A tus ascendientes y descendientes, si tienes la fortuna de tenerlos. A todos aquellos que han pasado por tu vida y han conectado contigo, y también más alla: a la naturaleza, a lo animado e inanimado.

Sentir el deseo, la necesidad irrefrenable, de poder contactar con todos ellos. De poder estrecharlos entre tus brazos. Entender plenamente el significado de "abrir tu corazón", porque sientes en tu pecho  una fuente inagotable de luz que lo embarga todo. Que todo lo ilumina. Jamas había llorado de amor como lo he hecho ahora. Llorar murmurando "os quiero" sin destinatario concreto. No es facil traducir la emoción en palabras.


miércoles, 8 de julio de 2015

El silencio.

Me desconcierta el silencio como medio de comunicación.

Asumo que hay silencios estratégicos, que nos ayudan a obtener información de nuestro interlocutor. Pero resulta efectivo si dicho interlocutor, como es habitual, siente el irreflenable instinto de intentar corregir una situación incómoda. Si no es así, este no logra su propósito. Pero no hemos de olvidar que hasta antes de existir el lenguaje la comunicación se basaba en sonidos, tales como  ruidos o gruñidos, pero no fundamentalmente el silencio 

Soy perfectamente capaz de entender el silencio cómplice. Ese que momentáneamente  sienten dos almas cuando vibran en armonía. Y este es un silencio tierno y delicioso. 

Sin embargo, cuando menos, el silencio puede ser tremendamente ambiguo, algo que se multiplica por mil si es un silencio puro, absoluto, es decir, no existen más elementos de comunicación verbal o no verbal que lo complementen (una mirada, un roce de piel, ...). 

Haciendo un leve esfuerzo de recopilación se me antojan los siguientes tipos y sus posibles significados:

- Piadoso:  lo que tengo que decir te hará daño, así que prefiero callar
- Cómplice. estoy sintiendo lo mismo que tu. 
- Lúgubre. Mi mas sentido pésame. 
- Hastiado. No eres capaz de escuchar lo que te digo. No escuchas. Ya no voy a repetir mas. 
- Reprobatorio. No me gusta lo que has hecho. 
- Ininteligible. No entiendo nada de lo que me dices. 
- Incrédulo. No me lo puedo creer
- Temeroso.  Por dios que no me vea!
- Admirativo. Es lo mas maravilloso que he visto/oído nunca
- Culpable. Siento haber obrado así
- Resignado. No soy capaz de hacerme entender o no quieres entender o siquiera escuchar, lo que te estoy diciendo. 
- Cobarde. No me atrevo a decir nada.

Y por ultimo, uno que, por obvio, en algunos desafortunados momentos, pasas por alto:

- Inorportuno.  No puedo hablar en este momento 

Pero en términos generales, el silencio solo transmite un mensaje imperativo: no digo nada porque nada quiero decir. En esencia: no quiero comunicarme contigo. 

En resumen, el silencio, pese a sus múltiples acepciones y significados, no me parece un buen medio de comunicación si no va acompañdo de un elemento cualquiera del lenguaje no verbal.  Para mi gusto provoca demasiada ambigüedad y su su significado está condicionado por el estado anímico del receptor. 

En condiciones normales no lo cambio por un: ¡lo siento!, ¡te quiero!, ¡ooh! ¡Qué bien!, aunque a veces, afortunadamente en pocas ocasiones, no me ha quedado más remedio que hacer uso de él. 


domingo, 25 de enero de 2015

Enamorado

¿Enamorado? Si, profundamente. Enamorado de mis hijos, de mi familia, de mis amigos, aunque a veces puedan sentir que los tengo olvidados, pero están siempre conmigo. Enamorado de mi trabajo, de mis proyectos. Enamorado de la vida, del presente. Enamorado también del amor, lo reconozco. Pero no pienso admitir este hecho como un defecto, al menos no lo haré si sólo me lo dices tú, cuando sabes que no estoy enamorado de ti, o al menos no como tu quisieras.

Enamorado de este ser que soy yo mismo y que me ha hecho llegar hasta aquí. Que me ha acompañado y ha resistido todos mis excesos y mis descuidos sin apenas protestar.

Enamorado de ti, anónimo lector, por compartir ese momento íntimo de mi pasado en el que estas líneas se materializaron mientras yo, aún sin saber quien eras, pensaba en ti.

Enamorado de todos aquellos que formaron parte de mi pasado, porque sin ellos no sería posible mi presente, o al menos no lo sería tal y cómo lo es ahora. Y yo no quiero cambiar nada, ni una coma. Todo aquello de ocurrió me llevó a donde estoy ahora. Cada herida sufrida o provocada, cada error, cada lágrima y cada sonrisa, me han hecho como soy y no puedo entender otro ser que no sea yo mismo viviendo en este presente. Un presente escurridizo y liviano, que según escribo se va tornando en pasado.

Ahora bien: si no me disculpé lo suficiente de los errores que hicieron daño a otros, aprovecho estas líneas para hacerlo. No hay lugar en mi para el rencor, aunque algunas vivencias me hicieron un daño del cual aún me acompaña su estela. Pero prometo seguir intentándolo. Seguir intentando crecer y hacerlo sin cargas, liviano, sólo con mi alma y mi presente.

Enamorado de esta vida que me ha traído hasta aquí. Que me ha permitido sentir, reír, amar. Que me ha hecho tan afortunado hasta el momento.